13 de noviembre de 2012

La ciudad de los rascacielos


Por fin llegó una pequeña escapada al ajetreo diario pekinés. El destino fue Hong Kong,  o Xiang gang según los chinos. El tiempo que tuvimos para visitarlo era muy escaso, solo un fin de semana, pero lo exprimimos al máximo y al final el resultado no pudo ser mejor. No creo que en unas líneas y un alguna foto pueda reflejar todo lo que me impactó la ciudad, pero por intentarlo que no quede (cuento con la gran ayuda de las fotos de Fran, ¡gracias!)

Cuando llegas a Hong Kong no tardas mucho en darte cuenta de que no estás en China (a efectos culturales digo, no se vayan a enfadar los señores de la censura). La influencia británica se deja notar desde el primer momento, aunque solo sea porque se conduce por la izquierda. También se nota una multirracialidad que no deja indiferente a nadie, y menos si vienes de Pekín.

La primera parada turística que hicimos fue el Man Mo Temple, según cuentan, el templo más importante de Hong Kong. No está mal la verdad, pero dada la cantidad de templos que veremos este año (alguno que ya hemos visto por cierto), pues no impresiona mucho. Más teniendo en cuenta que todos son muy parecidos en la esencia: olor a incienso y estatuas de Budas.



Después de esto nos cogimos un taxi que, por cierto, son de 5 plazas más el taxista, lo cual nos vino de maravilla y nos fuimos dirección Victoria Peak. Puede que la imagen que tenemos de Hong Kong sea de rascacielos, lo cual es más que cierto. Pero también es verdad que desconocemos que a lo largo de todo el territorio que forma la Región Administrativa de Hong Kong hay mucho paisaje natural: montañas, playas, bosques tropicales… Pues bien, desde esta Victoria Peak se puede ver la isla de Hong Kong a los dos lados. Por un lado la parte más tranquila y verde y, por otro, el archiconocido skyline de Hong Kong (que no por famoso deja de impresionar, al contrario).




Una vez acabamos en el The Peak, que nos costó lo suyo despegarnos de semejantes vistas, nos fuimos a Lantau Island, otra de las islas que forman Hong Kong. El objetivo era subir a ver un buda gigante en lo alto de una montaña (poco atractivo a priori). Error. La subida a la montaña, en teleférico, deja unas vistas impresionantes de Lantau y del aeropuerto de Hong Kong que queda justo debajo. Son 20 minutos en los que mires donde mires te quedas atontado mirando el paisaje.



Una vez llegas arriba te encuentras con un “pueblito” de lo más artificial creado con fines únicamente turísticos y de venta de souvenirs. Supongo que tenían que sacarle rentabilidad a la isla por algún lado y no se les ocurrió nada mejor. Y, por supuesto, también se puede ir a ver el Big Buddha a lo alto, después de subir cientos de escalones. El monumento en cuestión mide 34 metros, una barbaridad, y más que un lugar de rezo budista es una atracción turística en toda regla. En cualquier caso, el viaje hasta allí arriba mereció la pena.


A la vuelta a Hong Kong fuimos a Kowloon, ya en la parte continental de Hong Kong. Allí subimos al edificio más alto de Hong Kong, al último piso: el 118º. Cuando lo ves desde el exterior no impresiona mucho, pues todo lo que tiene alrededor son rascacielos de no menos de 40 pisos. Pero una vez llegas arriba te das cuenta de que no es uno más, sino que estás en uno de los 5 edificios más altos del mundo. El precio por estar allí: 8 euros por una cerveza; pero disfrutar durante una hora de las vistas que tiene hacia Hong Kong Island ya de noche, no tiene valor.



Aquí les dejo una comparativa sobre los rascacielos más altos del mundo, aunque no estoy seguro de que esté del todo actualizada.



La última parada del día estaba calculada para las 8, hora a la que comienza la sinfonía de luces. Este espectáculo se celebra todas las noches en la Avenida de las Estrellas que consiste en que los rascacielos de Hong Kong Island van cambiando de iluminado al ritmo de la música que suena en la avenida. No extraña por tanto la cantidad de gente que había esperando a que empezara, pues es un must si visitas Hong Kong. Aquí van un par de fotos.





Aparte de las diferentes paradas turísticas, las calles de Hong Kong impresionan. Mención especial al tranvía, que parece sacado de alguna película de principios de siglo pasado. Subir a la segunda planta y ver el ir y venir de gente en las calles, es otra de las cosas que no se pueden dejar de hacer. Y al bajarte del tranvía, cuando ya crees que has visto todo, toca perderse por las empinadas calles, los mercadillos estrechos y concurridos y las sombras de los rascacielos de esta ciudad que llaman Puerto Fragante.

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